El anarquismo ha sido denigrado y degradado a lo largo de su historia. Desde que se implantó la “democracia”, se lo consideró oficialmente como un ideario obsoleto, y sus reivindicaciones de libertad para el individuo parecían haber quedado fuera de contexto.
Se reconoce, sí, a los grandes luchadores anarquistas que han trascendido: Bakunin, Majno, Sacco y Vanzetti –los mártires de Chicago–, Durruti, los anarquistas expropiadores relatados por Osvaldo Bayer, y muchos más.
Estos pensadores y activistas libertarios, sus convicciones, su estoicismo, su entrega en defensa de la integridad humana están presentes en la memoria colectiva, aunque en la actualidad según los convencionalismos políticamente correctos su ideario sea visto como antiguo y pasado de moda.
Este retrato actual del anarquismo viene a demostrar que hoy más que nunca sus postulados tienen enorme vigencia y, aunque no sean ortodoxos, animan a rescatar los debates, tan necesarios para que la especie humana supere este atolladero que amenaza su existencia.
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